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Dos décadas de despilfarro: del Mundial 82 a la Champions

El dinero de las televisiones privadas, la inoperancia de los organismos reguladores y la ley Bosman cambiaron la fisonomía del fútbol español, cuyo futuro económico es ahora una incógnita

(Firma: Tomás García | Lugar: redacción)

El fútbol español ha sido históricamente deficitario: los ingresos de los clubes nunca han sido suficientes para pagar a los futbolistas, afrontar los gastos de la competición y sostener un patrimonio voluminoso.

La primera gran quiebra del fútbol de élite en España se produjo a principios de los años 80, cuando los clubes, entonces propietarios de la mayor parte de los estadios, se vieron obligados a hacer costosas inversiones en los mismos con vistas al Mundial 82. El comité organizador no se hizo cargo de la factura y los clubes se endeudaron en 20.000 millones de pesetas.

Esa deuda fue enjugada con el Primer Plan de Saneamiento. Los clubes se independizaron de la federación y crearon la Liga de Fútbol Profesional, que en 1985 firmó un acuerdo con el Gobierno para reducir la deuda a cero con cargo a los ingresos por las quinielas. Pero este primer plan no resolvió el problema estructural, puesto que los clubes fueron incapaces de adecuar sus gastos a sus ingresos.

Un lustro después, los clubes volvían a deber 40.000 millones de pesetas y muchos de ellos avanzaban imparables hacia la quiebra, por lo que el Gobierno promulgó una Ley del Deporte, que los obligaba a convertirse en Sociedad Anónima Deportiva y, a sus dirigentes, a avalar los presupuestos con su patrimonio. El acuerdo entre la LFP y el Consejo Superior de Deportes supuso la cancelación de la deuda con entidades públicas, un 80% del total, con cargo al porcentaje de la quinielas, que pasó de un 2,5 a un 7,5%. El resto se cubrió con las aportaciones de los socios, que pasaron a ser accionistas. Este segundo plan incluyó otra novedad: el fútbol profesional empezó a funcionar como un cártel, y los derechos televisivos se negociaron de forma colectiva, lo que disparó los ingresos de 2,5 millones (1987) hasta 72,5 (1995/1996).

Factores determinantes

En esta temporada se produjeron tres hechos determinantes para que el fútbol español se encuentre en la situación financiera actual. En verano de 1995, Sevilla y Celta no entregaron a tiempo las cuentas anuales a la LFP. Fueron descendidos a 2ªB. Pero la presión social, con dos grandes aficiones echadas a la calle, obligó a la patronal a revocar la decisión, con lo que su papel como autoridad sancionadora quedó en entredicho.

En paralelo, 1995 fue el año de la guerra digital. Canal Satélite y Vía Digital iniciaron una carrera por hacerse con los derechos televisivos de los clubes. La consecuencia fue que la LFP perdió el poco poder que le quedaba y los clubes multiplicaron por diez los ingresos por televisión. En diciembre, además, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó la sentencia del caso Bosman. Con el dinero fresco de las televisiones, sin un organismo regulador que obligara a cumplir la ley y con un mercado inagotable, los clubes se lanzaron a una aventura que a fecha de hoy nadie sabe cómo va a acabar. En opinión de José Luis Sánchez, catedrático de Economía de la Universidad Complutense y autor del último estudio de la consultora Deloitte sobre las finanzas del fútbol español, «los clubes utilizaron esos recursos como elementos de competencia, por lo que todo se tradujo en un alza de los precios de los futbolistas, junto a sus representantes, los grandes beneficiados».

Actualmente, el fútbol espa-ñol vive un período recesivo, con un descenso en los ingresos por televisión y con una gran brecha entre los clubes que juegan la Champions League y el resto.

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